sábado, 17 de abril de 2010

Pamela Palmer — Entrevista

Guerreros con la habilidad de transformarse en animales. Desafíos
sanguinarios. Amores crueles. Encuentros prohibidos. Pamela Palmer es autora de la serie Feral Warriors.
Sus libros son para mujeres de corazón fuerte que, a la hora de elegir una historia, no temen dejarse arrastrar por las pasiones más tormentosas.

Les presento la primera parte de una entrevista en la que Pamela habla acerca de algo tan apasionante como sus historias: la aventura de escribir romántica.


Por momentos sexy, por momentos salvaje, tu serie está repleta de imágenes vívidas. ¿De dónde sacas tantas ideas?

Es gracioso, la gente me hace esa pregunta todo el tiempo. La verdad es que mi imaginación se alimenta de todo lo que veo y siento. Últimamente estoy tan presionada por los plazos de entrega de mis nuevos libros, que no tengo tiempo de sentarme a esperar la inspiración. Así que salgo a buscarla. Una buena fuente de ideas son las películas. Cuando empiezo una nueva novela me dedico a mirar películas, diez o doce por semana. Me ayuda a planear la estructura de la historia y a dar forma a los personajes. Por ejemplo, acabo de volver a ver la trilogía original de Star Wars y La lista de Schindler. Hay tantos momentos de emoción en esas cintas que suelo terminar enterrada bajo un alud de ideas.

Antes de convertirte en escritora, trabajaste como ingeniera industrial en una gran compañía. ¿Cómo fue la transición entre dos ocupaciones en apariencia tan distintas?

Jamás anticipé que me convertiría en una autora profesional. En la escuela odiaba escribir. Lo veía como una tarea penosa. La matemática, en cambio, se me daba muy bien. En realidad siempre quise ser astronauta. Y, más específicamente, capitanear una nave espacial. Mi idea del empleo ideal era integrar la tripulación de Star Trek. Me resultaba difícil conformarme con menos. De manera que, al terminar el colegio, me anoté en la carrera de Ingeniería Aeronáutica.
Hasta que me di cuenta de que, si realmente deseaba convertirme en una mujer astronauta, debía renunciar a mi vida. Y yo estaba feliz con mi vida tal como era.

Dices que odiabas escribir. Sin embargo tengo entendido que has sido siempre una lectora ferviente.
Eso sí. En la clase de inglés sudaba a mares tratando de poner una palabra al lado de la otra. En cambio contaba los minutos para que sonara la campana del almuerzo, que era cuando por fin podía sentarme tranquila a leer las Crónicas de Narnia o la serie de Nancy Drew. Más tarde, cuando ya era una ingeniera con estas grandes responsabilidades sobre mis espaldas, me perfeccioné en el arte de soñar despierta. Me pasaba el día inventando mundos e historias fantásticas, cuando se suponía que debía estar prestando atención a los aburridos informes de mis superiores. Hasta que un día, esos mundos crecieron de tal manera que me vi obligada a ponerlo todo por escrito. Me senté al ordenador y experimenté una libertad y una dicha indescriptibles. Ya no lo pude dejar. Descubrí que, después de todo, sí era capaz de comandar mi propia nave interespacial.

Y conseguiste superar tu aversión a escribir.

Al principio escribía y escribía, sin pensar. Todos los días, durante horas. Me sentía en la gloria. Todo lo que tenía que hacer era dejar fluir ese delicioso manantial. Claro que, un buen día, me picó la curiosidad de leer lo escrito hasta ese momento. Me llevé el susto de mi vida. Lo que leía no tenía pies ni cabeza. Aquello era un lío de párrafos deshilachados y callejones sin salida. No salía de mi estupor. Sola ante el ordenador en medio de la noche en medio de la noche, durante días, sin saber qué hacer ni cómo continuar. Pensando: "Esto es peor que el Titanic". ¿Puedes imaginarlo? De pronto, volvía a ser aquella niña de doce años atrapada en la clase de inglés.

Entonces, ¿cómo continuaste?

A partir de allí fue un largo aprendizaje. Empecé por los libros. Escritura creativa, técnicas para componer novelas. Muy pronto agoté el material de las librerías. Más tarde, en 1995, conocí el Romance Writers of America. Descubrí que había cientos de escritores inéditos en la misma situación que yo. Tomé cursos y talleres, conocí a maestros y mentores que me guiaron y alentaron. Poco a poco fui ganando confianza en mi escritura.

Y contactar a un agente y publicar, ¿ha sido igual de difícil?

Uf, sí, muy difícil. Mi primer libro, además del hecho de no saber lo que hacía, era una especie de Terminator de la novela romántica, con viajes en el tiempo y todo eso. Recuerda que era 1997. El romance paranormal era cualquier cosa excepto popular. Sin embargo, con este libro quedé finalista en el concurso Golden Heart dos años consecutivos. Algo debieron de ver en mi historia. Pero lo cierto es que mis libros sufrían aún de serias deficiencias. Sobre todo en lo referente a la construcción general. Mi estructura era mala. Me costaba lograr una perspectiva amplia, de conjunto, sobre mi novela. Afortunadamente nadie quiso publicarla.

¿Dices afortunadamente?

Me han hecho un gran favor al no publicarme. Hoy lo agradezco. Era apenas mi segundo libro. ¡Ni siquiera corregía mis novelas! Después de eso no hice más que escribir y reescribir, cada vez con mayor precisión. Continuaba leyendo y retocando mis textos en talleres literarios. Y podía sentir cómo mis habilidades de escritora se fortalecían día a día. Únicamente la práctica me ha permitido manipular mis historias del modo en que hoy lo hago.


Recursos:

Sitio oficial de Pamela Palmer